Sobre las relaciones bilaterales entre la Argentina y Ucrania opinó para Télam Yurii Diudin, embajador de Ucrania en la Argentina
El año 2018 es muy significativo para los países de la Europa Oriental – hace cien años, gracias al fin de la Primera Guerra Mundial y la subsecuente disolución de los imperios que habían existido, una serie de naciones históricamente oprimidas obtuvieron la posibilidad de desarrollar su estatalidad. Ucrania no quedó al margen de estos procesos: en 1918 fue creada la República Popular Ucraniana, nuestro primer estado nacional del siglo XX que logró establecer una importante red de relaciones exteriores, entre los cuales la República Argentina ocupaba un lugar especial.
Me refiero a un hecho poco conocido: a pesar de celebrar este año oficialmente apenas 26 años de las relaciones diplomáticas entre Kyiv y Buenos Aires, la República Popular Ucraniana ya tenía relaciones oficiales con la Argentina, que fue el único país latinoamericano en reconocer Ucrania como estado independiente en febrero de 1921. Esto fue posible gracias tanto a la comunidad ucraniana, ya bastante numerosa por aquel entonces en su país (los primeros ucranianos llegaron a la tierra argentina todavía en 1897), como a la tradicional apertura de la Argentina a contactos con otras naciones.
Lamentablemente, la primera tentativa de la estatalidad ucraniana en la historia moderna fracasó después de la incorporación del país a la Unión Soviética en 1922. Sin embargo, tras proclamar la Independencia de Ucrania en agosto de 1991 y re-establecer las relaciones diplomáticas con Argentina en enero de 1992, se iniciaron contactos políticos entre nuestros estados que se han ido multiplicando a lo largo de los años. Nuestros países han creado un amplio marco político y jurídico para la cooperación, sobre el cual construimos relaciones de cordialidad y buen entendimiento.
Durante los últimos años logramos dar un nuevo impulso a nuestras relaciones – los dos Cancilleres se reúnen de manera regular en los foros multilaterales, hace dos años tuvimos una reunión de los presidentes – Petró Poroshenko y Mauricio Macri, en los parlamentos de ambos países funcionan respectivos grupos de amistad que realizan intercambio de visitas y experiencias legislativas. Tomando en cuenta la democratización de Ucrania después de la Revolución de Dignidad del 2013-2014, así como la política del Gobierno del Presidente Macri dirigida a la apertura de la Argentina al mundo, se abre un panorama favorable para el desarrollo de la cooperación económica, donde todavía existe un gran potencial para el desarrollo.
Las tecnologías ucranianas están bien conocidas en la Argentina. Hace más de 30 años las turbinas hidráulicas fabricadas en Ucrania funcionan sin averías en varias centrales hidroeléctricas, como la binacional de Salto Grande. Asimismo, gozan de buena reputación en el país los transformadores de potencia y otros equipos energéticos de fabricación ucraniana.
Con todo esto, ahora tenemos que intensificar nuestra cooperación en otras áreas de interés mutuo, tanto tradicionales como en las de altas tecnologías, en muchas de las cuales – de la aeroespacial a la industria energética y de defensa, Ucrania ocupa un lugar de destaque en el mundo.
Valoramos la postura de principio de la Argentina en cuestiones claves de la paz y seguridad internacional, como la no injerencia en asuntos internos y el respeto a la soberanía nacional, lo cual adquiere una importancia especial para Ucrania en la actualidad, cuando seguimos luchando contra la agresión rusa.
La República Argentina ha sido siempre el primer socio de Ucrania en toda América Latina – empezando con las primeras instalaciones ucranianas en la región hace 120 años y el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1921 y en 1992, hasta la preservación y el desarrollo de la cultura y la identidad ucraniana en el continente suramericano. Debemos mantener este alto nivel y avanzar juntos hacia nuestro futuro común.