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Отримання Томосу на створення Православної церкви України як нова незалежність нашої держави. Відкритий лист Посла України в Аргентині Ю.Дюдіна (мовою оригіналу)
Опубліковано 14 січня 2019 року о 22:20

La obtención del Tomos de autocefalía por la Iglesia ortodoxa ucraniana como una nueva Independencia de Ucrania

Carta abierta del Embajador de Ucrania en la Argentina 

El día 6 de enero de 2019 entrará en los manuales de la historia contemporánea de Ucrania como el día de la creación de la Iglesia ortodoxa independiente de Ucrania y, por ende, el fin de la dominación del Patriarcado de Moscú, que duró más de 300 años, sobre la vida eclesiástica ucraniana. Según el Presidente Petró Poroshenko, se trata de una segunda independencia de Ucrania, después de la independencia política lograda en agosto de 1991. Ese día, en la ciudad Estambul, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, quien es considerado “primus inter pares” (primero entre iguales) entre jerarcas de las diferentes iglesias ortodoxas, entrego al Metropolita Epifanio el Tomos (decreto) que otorga la autocefalía a la Iglesia ortodoxa ucraniana.

Pero, ¿por qué es de tamaña importancia este acontecimiento no solamente para los fieles ortodoxos sino también para el Estado y el Pueblo Ucraniano en su conjunto? Para entenderlo, sería indispensable sumergir un poco en la historia para ver los orígenes del cristianismo en Ucrania y las razones que llevaron a la pérdida de la independencia eclesiástica en el siglo XVІI.

Es de general conocimiento que la religión cristiana fue traída a las tierras que ahora conforman Ucrania, en el siglo X d.C. El Gran Príncipe de la Rus de Kyiv (primer estado centralizado de los eslavos orientales), Volodymyr el Grande, introdujo el cristianismo como religión oficial del Estado en el año 988, a mano de los sacerdotes que habían llegado del Imperio Bizantino. De esta manera, las tierras que formaban parte de la Rus de Kyiv y los estados que la siguieron, incluidas partes de territorios de los actuales Ucrania, Belarús, Polonia y Lituania), conformaban la Metrópolis de Kyiv, bajo la jurisdicción del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.

Fue hasta el año 1686 cuando el Patriarca Dionisio IV, por un decreto muy contradictorio, transfirió dicha Metrópolis al Patriarcado de Moscú. Existen documentos históricos que comprueban la enorme presión ejercida por la cúpula eclesiástica de la iglesia ortodoxa rusa sobre el Patriarcado ecuménico e inclusive hay conocimiento de algunos actos muy poco lícitos emprendidos por los popes moscovitas para conseguir este fin. Desde entonces, durante exactos 333 años, se luchaba por la nueva emancipación de la iglesia ucraniana. Esta lucha tuvo su mayor auge durante la Revolución Nacional Ucraniana de 1917-1921 que quedó aplastada por las tropas ruso-bolcheviques. En la época estalinista casi todos los sacerdotes que abogaban por la independencia de la iglesia ucraniana fueron exterminados en los campos de concentración.

Luego de la conquista de la Independencia Nacional de Ucrania en 1991, la lucha por la renovación de la autocefalía de la iglesia nacional resurgió con nuevo ímpetu. Frente a la férrea oposición del Patriarcado de Moscú que no quería perder miles de parroquias que tenía en Ucrania, se formó la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kyiv, la cual existía en paralelo con la del Patriarcado de Moscú. El complejo entramado de la ortodoxia ucraniana lo completaba también la autoproclamada Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Ucrania.

Después de la anexión ilícita de Crimea por Rusia en 2014, no reconocida por la comunidad internacional, y la agresión abierta de Rusia contra Ucrania, la iglesia ortodoxa rusa mostró claramente su verdadera esencia como una parte integrante del Estado agresor y ocupante, una de las herramientas de la implantación del llamado “mundo ruso” por los ideólogos del Kremlin. Los sacerdotes rusos “bautizaban” las armas que iban a matar a civiles y militares en Ucrania, y los que estaban en Ucrania o en los territorios temporalmente ocupados, en sus sermones abiertamente hacían propaganda anti-ucraniana e inclusive se negaban a oficiar misas de responso por soldados fallecidos en la defensa de la Patria.

La indignación del pueblo y de los fieles ucranianos ante esos hechos llevó a que muchas parroquias, por libre voluntad de sus feligreses, empezaron a pasar del Patriarcado de Moscú al de Kyiv. Siguiendo una visita del Presidente Poroshenko a Estambul en abril de 2018, la Verjovna Rada (Parlamento) de Ucrania aprobó un llamamiento al Patriarca Ecuménico Bartolomé para otorgar el Tomos sobre la autocefalía a la Iglesia ortodoxa ucraniana que acompañaba la respectiva solicitud firmada por más de 60 jerarcas u obispos de las tres ramas de la ortodoxia ucraniana. Después de la visita de los ecsarcas (enviados oficiales) de Constantinopla a Ucrania en septiembre, el Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico aprobó en octubre la decisión sobre la otorgación del Tomos, cuyo texto fue definitivamente sancionado en noviembre.

El 15 de diciembre en Kyiv tuvo lugar el Concilio unificador, en el cual los jerarcas ortodoxos anunciaron la unificación de las iglesias ucranianas en la única Iglesia ortodoxa de Ucrania. El metropolita Epifanio de Pereyaslav fue elegido como nuevo líder supremo de dicha iglesia. Fue él mismo quien recibió oficialmente el Tomos de las manos del Patriarca Bartolomé I el pasado 6 de enero en el transcurso de una misa conjunta celebrada en la Catedral de San Jorge de Estambul (Constantinopla) en presencia del Presidente Poroshenko, miembros del Gobierno Ucraniano y muchos fieles que llegaron desde Ucrania para asistir al acto. Al otro día, el 7 de enero, cuando se celebraba la Navidad ortodoxa, el histórico documento fue solemnemente colocado en la milenaria Catedral de la Santa Sofía de Kyiv.

A partir de ahora, los cristianos ortodoxos de Ucrania tienen una iglesia propia – la Iglesia Ortodoxa Ucraniana que se une de esta manera a las 14 iglesias hermanas autocéfalas que existen en el mundo (la georgiana, la rumana, la búlgara, la polaca, la serbia, la griega, la chipriota, la checa y eslovaca, entre otras). Es un hecho histórico que después de la conquista de la independencia nacional, en la mayoría de esos países se procedía a la autocefalía eclesiástica, y Ucrania finalmente llegó a completar este paso.

Es importante hacer hincapié que, contrariamente a lo que pregona la mentirosa propaganda rusa, el Estado ucraniano, del cual la iglesia está separada según la Constitución, garantiza la libertad de la conciencia, o sea la posibilidad de que los propios feligreses de cada parroquia elijan libre y democráticamente a que congregación va a pertenecer su templo – a la nueva Iglesia ucraniana o al Patriarcado de Moscú. En el último caso con toda razón esa iglesia, totalmente subordinada al “centro de comando” en Moscú, según una ley aprobada recientemente por el Parlamento, pierde el título de “Iglesia ortodoxa ucraniana” y se denominará “Iglesia ortodoxa rusa en Ucrania”. Pero, como muestran los acontecimientos de las últimas semanas, cada vez mayor número de comunidades religiosas en nuestro país que pertenecían al Patriarcado de Moscú, declaran su intención de salir de la jurisdicción del Kremlin y volver a los orígenes de la Iglesia ucraniana independiente. Y estamos seguros que este proceso seguirá de manera pacífica y ordenada, pese a eventuales provocaciones de los “vecinos del Norte”, como debe ser en una sociedad democrática y civilizada.

Yurii Diudin

Embajador de Ucrania en la República Argentina

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