A 31 años de la Tragedia de Chornóbyl
Comunicado de la Embajada de Ucrania en la República Argentina
Todos los años, el 26 de abril, recordamos la mayor catástrofe de origen tecnogénico del siglo XX que fue el accidente nuclear de Chornóbyl y honramos la memoria de centenas y miles de personas que fueron llamados a luchar contra “la muerte invisible” y sacrificaron sus vidas por salvar Ucrania, Europa y el mundo del desastre radioactivo de proporciones inimaginables.
Hace 31 años, el 26 de abril de 1986, el fuego de la Catástrofe nuclear de Chornóbyl quemó el suelo de Ucrania y llegó a contaminar grandes territorios de los países vecinos. Producto de una experiencia científica mal preparada y ejecutada y de una serie de errores humanos, la explosión de la unidad No.4 de la Central Nuclear de Chornóbyl en el norte de Ucrania, a 120 kilómetros de su capital, la ciudad de Kyiv, destruyó el techo del reactor y liberó en el espacio enormes cantidades de sustancias radioactivas, cuya cantidad total era 300 veces superior a la bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial.
A raíz de dicho accidente quedaron irradiados más de 145 mil kilómetros cuadrados de los territorios de Ucrania, Belarús y Rusia, el número de damnificados asciende a 5 millones de personas, las partículas del combustible radioactivo contaminaron más de cinco mil ciudades, aldeas y pueblos. El accidente de Chornóbyl, además de provocar numerosas víctimas directas entre los bomberos, soldados y policías que recibieron dosis letales de radiación al apagar el incendio y tratar de “sellar” el reactor destruido inmediatamente después de la explosión, afectó las vidas de millones de personas en varios países europeos, de las cuales más de 130 mil tuvieron que ser evacuadas de los territorios contaminados.
Hoy día, pasados más de 30 años después del accidente, cerca de 2,5 millones de ciudadanos ucranianos siguen padeciendo de enfermedades provocadas por la radiación, entre los cuales más de 400 mil niños. La tragedia de Chornóbyl cambió la rutina normal y la actividad productiva en muchas regiones, provocó la reducción de la producción de energía eléctrica para la economía, causó daños significativos a la industria y la agricultura, así como a la naturaleza y los recursos acuíferos.
La zona de exclusión con un radio de 30 kms alrededor de la central nuclear, donde está prohibido vivir y realizar cualquier actividad productiva, junto con la ciudad-fantasma de Prypyat y las aldeas abandonadas por sus habitantes, siguen siendo un triste recordatorio de la negligencia humana.
El accidente de Chornóbyl trascendió las fronteras geográficas de Ucrania e hizo necesaria la participación de todo el mundo en la superación de sus consecuencias. Fue definida como tarea principal la desactivación completa de la central nuclear, cuyo último reactor apenas fue detenido en el año 2000, y la transformación del Sarcófago protector, que fue construido en tiempo récord en 1986, en una obra ecológicamente segura.
El nuevo “Safe Confinement”, una obra de ingeniería civil sin par en el mundo, ha sido proyectado y construido por varias empresas europeas con el apoyo financiero de muchos países – donantes del Fondo de Chornóbyl, y organismos internacionales. A finales de noviembre de 2016 la nueva cúpula que tiene el largo de 165 m, la altura de 110 m y el peso total de 36,200 toneladas (la más grande construcción móvil terrestre jamás construida por el hombre, cuyo valor se estima en 1,5 mil millones de euros) fue movida sobre los restos del reactor destruido, sellándolo por completo para los próximos 100 años.
Chornóbyl para Ucrania no ha sido apenas una tragedia nacional. Es también una gran responsabilidad. Ucrania sufrió en su propia experiencia todos los horrores de un “genio nuclear escapado de la botella” mostrando a todo el mundo que la definición del “átomo pacífico” como contraposición a las armas nucleares, es bastante relativo.
Por eso tenemos que hacer todo lo posible para unir los esfuerzos de los países del mundo con el fin de elaborar una estrategia común del uso seguro de la energía atómica. Con la responsabilidad común, solidaridad, transparencia y la unión de los esfuerzos podremos evitar que las tragedias semejantes a Chornóbyl se repitan en el futuro.
A pesar de los años transcurridos desde la tragedia, el dolor que ésta causó a Ucrania y a la humanidad sigue siendo muy presente. Las campanas por las víctimas inocentes de Chornóbyl que tuvieron que pagar con su salud y sus vidas por el error ajeno, seguirán sonando durante mucho tiempo.
Por esto hoy rendimos un sentido homenaje a todos los “liquidadores” de las consecuencias del accidente, a los que evitaron una tragedia de proporciones mucho más grandes y salvaron a la humanidad de la hecatombe nuclear. La memoria de sus hazañas vivirá para siempre en nuestros corazones.
25 de abril de 2017
Embajada de Ucrania en la República Argentina