El Acuerdo de Asociación Ucrania – Unión Europea:
causa de un conflicto; eje de una esperanza futura
Excelentísimo Señor Patricio Degiorgis, Director de la Cátedra Unión Europea de la UCES,
Estimados Señores Miembros de la Asociación Dirigentes de Empresa,
Excelentísimos Señores Embajadores,
Damas y Caballeros,
En primer lugar quiero expresar mi sincero agradecimiento a la Cátedra Unión Europea de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales por proporcionarme esta posibilidad para exponer sobre un tema de mayor envergadura para toda Europa a este distinguido auditorio de los representantes del mundo académico y empresarial argentino.
No cabe duda de que la agenda de una futura Europa, que aún desconocemos, hoy en día está siendo diseñada y será últimamente definida en el Este del continente por tres protagonistas: la Unión Europea, Rusia y Ucrania.
Esta última, el país que yo represento, es una emergente nación de identidad puramente europea de casi 45 millones de habitantes que, a pesar de ser el país más extenso en términos geográficos europeos y su historia milenaria que lo vincula fuertemente a Europa desde los grandes príncipes de la Rus de Kiev que contraían matrimonios con las casas reales del Viejo Continente, hasta hace poco lamentablemente se percibía en la penumbra de la extinta Unión Soviética en el mejor de los casos.
La tarea de abordar el tema del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea y su proyección al futuro me llevará inevitablemente a la necesidad de recurrir a los antecedentes del fenómeno político ucraniano, popularmente denominado el EuroMaidan, que da las claves para entender lo que sucede en la Ucrania de hoy y en su entorno así como para darnos cuenta de la escala de los desafíos que tiene que enfrentar el país.
En este punto me permitiré una breve digresión para recordar el hecho bien conocido por todos los presentes de que la integración europea abarca un proceso de la integración y convergencia de los estados europeos en los ámbitos político, jurídico, económico, así como social y cultural.
El rumbo hacia la integración europea siempre ha sido percibido por la abrumadora mayoría en Ucrania como una consecuencia obvia y natural de la renovación de la independencia. Este está radicado tanto en toda su historia como en la conciencia de su derecho a vivir en un país democrático, económicamente desarrollado y socialmente orientado. Así, la creación de las condiciones para la adhesión de Ucrania a la comunidad de las naciones europeas desarrolladas a través del cumplimiento de la agenda de las transformaciones domésticas integrales se perfila como la meta final de este rumbo.
Cabe destacar que hace exactamente 20 años Ucrania y la UE, tras firmar el Acuerdo de partenariado y cooperación, sentaron la base jurídica de una cooperación estrecha en los ámbitos político, económico, comercial y humanitario. Con el paso del tiempo y al llegar a una etapa avanzada de la implementación del Acuerdo mencionado en mayo de 2009 Ucrania se hace partícipe de la iniciativa “Eastern Partnership”, o sea ¨Asociación Oriental¨, un concepto geográfico, político y económico, creado por un programa de la Unión Europea que buscaba un acercamiento entre la UE y sus vecinos del Este europeos, todos ellos ex-repúblicas soviéticas (salvo Rusia).
Esta iniciativa se lleva a cabo en el marco de la Política de Vecindad de la UE e incluye el fomento de relaciones comerciales entre esos países y la Unión Europea y el gradual acercamiento institucional en busca de conseguir una consolidación de la estabilidad en la región. Ya en este etapa Ucrania junto con Georgia declararon que su objetivo era de conseguir la adhesión plena a la UE a medio-largo plazo.
Acto seguido, el 16 de junio de 2009 el Consejo de cooperación Ucrania – UE aprobó la Agenda de Asociación que es un instrumento de la preparación de las partes contratantes para implementar el Acuerdo de Asociación hasta que éste entre en vigor.
Esta excursión breve fue sumamente necesaria para entender una larga trayectoria que recurrió Ucrania en su cooperación con la Europa comunitaria, que en su turno sirve de una reflexión del consenso mayoritario predominante en la clase política y en la sociedad ucraniana. Más adelante, Señoras y Señores, espero que se den cuenta del papel determinante que ha jugado este consenso en las políticas doméstica y exterior de Ucrania y que hoy día define el futuro de nuestro país.
A finales del 2004 la Plaza de Independencia, la plaza central de Kiev, generalmente conocida como Maidan, ya fue escenario de la Revolución Naranja, democrática por su naturaleza, que produjo fuertes sacudidas en la escena política doméstica e internacional, en primer lugar, en el espacio pos-soviético. A pesar de altibajos que se observaban en la política económica y social en la siguiente década y la alternancia de diferentes administraciones, la prioridad de la política exterior de Ucrania, o sea la integración europea, seguía intacta e inalterada. Comicios tras comicios, legislativos o presidenciales, Ucrania mostraba una firme trayectoria democrática, confirmando de esta forma su compromiso con los valores europeos. Y hay que recordar que este apego a la democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales constituyen el pilar y la esencia de la propia Unión Europea.
Por paradójico como parezca hoy, pero nadie puede cuestionar el triunfo de Víktor Yanukovich en las elecciones presidenciales del 2010, también reconocidas libres, transparentes y democráticas. Pero, como lo sucedió anteriormente en la historia con algunos gobernantes elegidos democráticamente, su régimen se vio progresivamente sumergiéndose en la corrupción, extorsión empresarial, opresión política y persecución de la prensa libre. Los poderes del Presidente fueron sumamente reforzados en el octubre de 2010 tras un ilegítimo procedimiento del cambio de la Carta Magna llevado a cabo por la Corte Constitucional.
Para finales de 2013 las expectativas de la sociedad de Ucrania para un cambio a fondo estaban depositadas en el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea que se veía como un instrumento que permitiría lanzar profundas reformas económicas, políticas y sociales y retomar la ruta democrática con el fin de implantar los estándares europeos en Ucrania y asegurar la ulterior adhesión del país a la UE.
Tras la renuncia de Víctor Yanukovich a firmar este Acuerdo en la Cumbre de la Asociación Oriental celebrada en Vilnius el 28 de noviembre de 2013, decenas de miles de kievitas, clase media y estudiantes en su mayoría, acudieron al Maidán para protestar pacíficamente bajo las banderas nacionales y de la UE contra el abuso de poder y el desprecio de los intereses nacionales por parte del Gobierno.
En cambio el Ejecutivo, guiado por el deseo de asegurar su victoria en las elecciones presidenciales previstas para 2015 y presionado por la inminente crisis y colapso económico, optó por ceder al chantaje poco enmascarado del Kremlin y la ayuda financiera bajo la condición de seguir en la órbita de Moscú.
No me detendré mucho en el transcurso de las protestas cívicas, últimamente denominadas como la Revolución de Dignidad, que el mundo entero siguió de cerca por casi 3 meses a partir de finales de noviembre de 2013. En síntesis, por primera vez en la historia contemporánea de Ucrania el Ejecutivo se atrevió a recurrir al uso de fuerza, con una violencia policial abierta contra los manifestantes. Y, peor aún, autorizó el uso de las armas que como consecuencia terminó en una masacre con un centenar de víctimas mortales y miles de heridos, un desenlace hasta ahora inimaginable para el pueblo ucraniano, que no es violento por su naturaleza. El destino del régimen de Yanukovich estaba predeterminado.
Por la primera vez en su historia pos-guerra la Unión Europa fue testigo del sacrificio de todo un pueblo, que aún fuera del espacio comunitario, defendía los valores europeos bajo las banderas nacionales y europeas resistiendo al frío invernal y la violencia propia al siglo XX. Contra todas las tendencias euro-escépticas que cobran fuerza en el Viejo Continente, el invierno pasado los ucranianos dimos una señal clara que los valores que están en el corazón de la Europa nacida a principios de los años 50 del siglo pasado no han desvanecido y permanecen intactos en su atracción para los pueblos que por la ironía de la historia hasta los años 1990 fueron privados de la posibilidad de reunificarse con la civilización a que pertenecen por el derecho de su nacimiento.
Ahora quisiera hacer hincapié en lo equívoco que es la percepción generalizada de que el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE supuestamente sea la verdadera causa del conflicto entre Rusia y Ucrania. Las raíces del conflicto son más profundas, de hecho, son de carácter existencial.
No fue en vano que hice la excursión a la prolongada historia de la integración europea de Ucrania que arrancó en 1994. El EuroMaidán, que inicialmente surgió como un movimiento bajo las exigencias de firmar el Acuerdo de Asociación con la UE, no hizo más que trazar una línea divisoria entre el pasado y el futuro. La tiranía y la opresión como el modelo del desarrollo de la sociedad ucraniana fueron tajantemente rechazadas. En cambio el EuroMaidán últimamente defendió la elección del pueblo ucraniano a favor de la civilización europea, a favor de la democracia, a favor del estado de derecho, a favor de los derechos humanos. Como ha sucedido antes en la historia, durante todas las revoluciones democráticas y progresistas siempre se observan los fenómenos de la contrarrevolución interna y a menudo de la intervención militar extranjera.
Al decir lo que antecede, quiero una vez más hacer énfasis en que el Acuerdo de Asociación por si solo apenas sirvió de fondo para desencadenar el conflicto y la intervención militar rusa contra Ucrania. Y de ninguna manera puede considerarse como su causa.
Debido al tamaño del país y su peso político, económico y demográfico, la vocación europea de la nación ucraniana está privando de toda vitalidad al modelo neo-totalitario y al plan euroasiático del Kremlin que en su esencia es un proyecto neo-imperial. Nadie debe caer en la trampa de la definición que se esconde detrás del así llamado “Mundo Ruso”.
Por otro lado, al destronar a Yanukovich que perdió su legitimidad al recurrir a la violencia, el triunfo del EuroMaidán sentó un ejemplo para sus más próximos vecinos y en particular para el pueblo ruso, el hecho que representa la mayor preocupación del Kremlin.
De ahí vemos el cambio incesante del discurso del Kremlin para presentar justificaciones de su agresión militar contra Ucrania que evolucionaban de la protección de la población rusoparlante supuestamente amenazada por el “fascismo”, seguida por la defensa del derecho a hablar ruso en Donetsk y Luhansk, la federalización de Ucrania y hasta la independencia de dos regiones en el Este de Ucrania.
En la fase inicial Rusia, el país que por dos décadas se posicionaba como una nación amiga, hermana y socio estratégico de Ucrania, en violación de las normas del derecho internacional, de la Carta de las Naciones Unidas, de los principios del Acta Final de Helsinki y sus compromisos emanados del Memorando de Budapest de 1994 y del Tratado de Amistad bilateral suscrito en 1997, aprovechó la debilidad institucional de Ucrania tras la Revolución de Dignidad para llevar a cabo una invasión militar incubierta y no provocada con el pretexto de la protección de la población rusoparlante.
Simultáneamente con la invasión militar en Crimea y la anexión ilegítima de la península, Rusia desató una campaña de intoxicación mediática internacional mientras desplegaba sus tropas regulares de choque a lo largo de la frontera con Ucrania e instigaba el movimiento secesionista en el Este del país.
Cabe destacar que la campaña en el Sureste de Ucrania fue diseñada e implantada artificialmente para crear una cortina de humo sobre la anexión de Crimea así como para convertir una serie de regiones en ¨zonas grises¨, no controladas por el Gobierno central, con el fin de frustrar los comicios presidenciales planeados para el 25 de mayo en primer lugar.
En perspectiva más lejana, en el Kremlin se pensaba que, una vez conseguida la federalización, las elites de Donetsk y Luhansk, manipuladas desde Moscú, serían capaces de obstaculizar y finalmente bloquear cualquier acercamiento del país con la UE y la OTAN. Esto aseguraría que Ucrania quedara en la órbita y en la zona de influencia de Moscú.
A pesar de las circunstancias adversas y los métodos de persuasión rusos, que hasta el momento no se limitan a la agresión militar sino incluyen la guerra no convencional con el envío de mercenarios y material bélico, la prohibición de exportaciones ucranianas a Rusia y el corte total del suministro de gas natural hacia Ucrania, el Gobierno nacional procedió en profundizar los lazos del país con la UE.
En respuesta a las demandas populares de Ucrania e impresionada por el sacrificio demostrado en el EuroMaidán, la Unión Europea adelantó para el 21 de marzo pasado la suscripción de la parte política del Acuerdo de Asociación sin esperar los resultados de los comicios presidenciales, un paso sin precedentes en toda la historia de la Europa comunitaria.
Las elecciones presidenciales, celebradas de conformidad con los altos estándares de la democracia europea, marcaron el regreso institucional de Ucrania al camino de la integración europea y levantaron las últimas barreras para la suscripción de la parte económica del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea, lo que finalmente tuvo lugar en Bruselas el pasado 27 de junio.
Tratando el tema del Acuerdo y sus proyecciones al futuro para Ucrania, no puedo dejar de mencionar las señales y pasos unilaterales de Bruselas que precedían a la suscripción del documento. En primer lugar, se trata de la resolución del Parlamento Europeo del 17 de abril de 2014 en la cual fue reconocido el derecho de Ucrania de presentar la solicitud de adhesión. Una semana más tarde la UE anunció la cancelación unilateral de los aranceles aduaneros para los productos de origen ucraniano que entran en el mercado comunitario.
Al mismo tiempo, el Gobierno y la Verkhovna Rada (parlamento) de Ucrania emprendieron pasos decisivos encaminados a implementar las reformas necesarias para flexibilizar el flujo de los nacionales de Ucrania a la UE y finalmente asegurar la puesta en marcha en 2015 del régimen de exención de visados.
El Acuerdo de Asociación firmado el pasado 27 de junio define un formato nuevo en términos cualitativos de las relaciones entre Ucrania y la UE basado en los principios de la asociación política e integración económica y constituye el hito estratégico de las reformas integrales en Ucrania.
No voy a detenerme detalladamente en la estructura del documente ya que cualquier persona interesada podrá acceder libremente para leerlo en la página web de la Comisión Europea. Me limito solamente a hacer hincapié en que el Acuerdo tiene carácter integral y abarca esferas del diálogo político, las reformas, la asociación política, cooperación y convergencia en la política exterior y de seguridad, las provisiones institucionales, la justicia, libertades y la seguridad, la cooperación comercial y económica, la cooperación sectorial y financiera etc.
Al enumerar las esferas de aplicación de las estipulaciones del Acuerdo creo es la hora de exponer en líneas generales las consecuencias que conllevará su implementación para Ucrania y la UE así como sus proyecciones en otras regiones, incluida la América Latina.
Estoy seguro que en primer lugar a los representantes del mundo empresarial y académico que se dedican al análisis y siguen de cerca las tendencias económicas en el mundo les interesarían los pronósticos sobre las ramificaciones e implicaciones del Libre Comercio entre Ucrania y la UE, que es el núcleo central del documento. Ahora bien, voy a satisfacer su interés, a lo mejor de mis posibilidades.
En primer lugar, hay que destacar que la implementación del Acuerdo le proporcionará a Ucrania unas ventajas potenciales en términos tanto cuantitativos como cualitativos.
Así, el hecho de la suscripción del Acuerdo y los preparativos para aplicación provisional de las estipulaciones comerciales influirá fuertemente en el sentido positivo tanto sobre los inversores extranjeros como en los mercados internacionales, ya que la firma del documento da una señal clara de la determinación de Ucrania de llevar a cabo las reformas económicas necesarias.
Según los cálculos de la Comisión Europea, desde el primer día de la aplicación provisional del Acuerdo los exportadores ucranianos tienen el acceso ampliado al mercado comunitario gracias a la baja o la cancelación de los aranceles. En términos monetarios esta baja dará un efecto económico cuyo volumen oscilaría entre 800 y un mil millones de euros anualmente.
Además, como evidencian las experiencias de otros socios comerciales de la UE que suscribieron los tratados de libre comercio (México, Chile, Sudáfrica, Marruecos), a mediano plazo estos países obtuvieron fuertes incentivos de crecimiento económico. En promedio, sus tasas de crecimiento del PIB superan los 5% anuales. Ucrania espera que la economía nacional confirme estas cifras.
La apertura de los mercados de la UE y de Ucrania, según el Acuerdo, tendrá un carácter asimétrico pues se traducirá en adicionales ventajas para nuestro país en materia de la liberalización de tarifas y aranceles. El período transitorio hasta la liberalización completa es de 7 años para la UE y de 10 años para Ucrania (de hecho, 15 años para la industria automotriz ucraniana).
Ucrania introduce inmediatamente el régimen de preferencias sólo para un 52% de las exportaciones agrícolas comunitarias, mientras la UE cancela aranceles para 82% de los productos de origen ucraniano del rubro. Por otro lado, en lo que se refiere a los productos industriales, Ucrania liberalizará el comercio para unos 49% de las exportaciones provenientes de la UE, pero en cambio recibirá la cancelación de los aranceles para casi 95% de sus productos industriales.
En este punto creo necesario afrontar especulaciones y malinterpretaciones que sobran en la prensa internacional instigadas en su mayoría por la propaganda del Kremlin. Me refiero, primordialmente, a la decisión de la UE de extender hasta el 1 de enero de 2016 la cancelación unilateral de los aranceles, o sea, la puesta en marcha la zona de libre comercio entre la UE y Ucrania. Esta decisión de ninguna forma debe ser interpretada como una concesión a Rusia o como un testimonio que Ucrania aplazaría para un año más las reformas económicas. El nuevo Gobierno ucraniano acentuó públicamente y ha reafirmado repetidamente su determinación de llevar a cabo estas reformas independientemente del calendario de la ratificación del Acuerdo de Asociación.
Además, como mencioné antes, la decisión unilateral de la UE proporciona a Ucrania unas ventajas asimétricas que son especialmente valoradas en la coyuntura económica adversa en el tiempo de una guerra híbrida que está enfrentando nuestro país.
Por otro lado tanto Kíev como Bruselas rechazaron tajantemente los reclamos de la Federación de Rusia de revisar e introducir enmiendas en el texto del Acuerdo de Asociación ya firmado. Consideramos que Moscú no es parte de este tratado y por lo tanto no tiene ningún derecho de plantear tales exigencias.
En el contexto de dichas mencionadas hay que mencionar que el pasado 25 de septiembre el propio Presidente Petro Poroshenko presentó “La estrategia de las reformas – 2020”. La esencia de este programa consiste en llevar a cabo de forma simultánea las diversas reformas integrales. Su meta final es de conseguir un nivel de vida europeo y prepararse a presentar la solicitud de la adhesión a la Unión Europea en el año 2020.
Las prioridades del dicho programa consisten en la reforma anticorrupción, la renovación de los organismos del poder, la reforma judicial y de los órganos de la seguridad, la descentralización y la reforma de gobernabilidad, la reforma tributaria, la de-regularización y el desarrollo del emprendimiento, la reforma del sector de la seguridad y defensa. Un desafío particular lo representa la disminución de la dependencia energética del país.
Señoras y Señores,
En resumen, evaluando las implicaciones del Acuerdo, hay que ser consciente en primer lugar que la suscripción de este documento es un punto de partida en la historia de la Urania moderna. Es su despedida final de la Unión Soviética y de su legado ideológico y existencial.
Por delante nos espera una etapa de la construcción de un estado sobre los fundamentos de los valores democráticos europeos, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos. La idea europea consolidó al pueblo ucraniano y tras la Revolución de Dignidad y la guerra en el Este nació la Nación Ucraniana en términos políticos.
El valor añadido del Acuerdo para Ucrania radica en el hecho de que este documento representa un plan claro de reformas al estilo europeo. Se considera como un plan de acción y modernización de Ucrania no sólo en términos económicos sino también políticos que tienen como fin la ruptura definitiva con el paradigma soviética y la implementación de los estándares comunitarios en la vida política, económica y social de Ucrania.
Voy a pararme aquí para ahorrar algún tiempo para sus preguntas.
Gracias por su atención!